domingo, 12 de agosto de 2012

Marinaleda, el paraíso comunista: cómo construirse un feudo propio. (Parte I).

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 Inicio una pequeña serie sobre Marinaleda, no sobre su alcalde Sánchez Gordillo. Él forma parte del tinglado, pero me interesa especialmente el tinglado. Claro que, como siempre, esto no es más que mi opinión. Pero dado que el barbudo ha hecho otra de sus fechorías, y ahora todo el mundo escribe de él, aprovecho el viaje. Repito, me interesa más el tinglado de la praxis marxista que se han montado en Marinaleda desde hace 40 años que José Manuel Sánchez Gordillo.

 

 

Sánchez Gordillo, José Manuel, está otra vez en el «candelabro», que diría la Mazagatos. Ya saben, el ínclito alcalde de Marinaleda, diputado del parlamento andaluz por Izquierda Unida, dirigente del SOC-BAI y dirigente del SAT (y profesor en su pueblo).

                Con Sánchez me pasa como con otros de su ralea: nunca sé si va en serio o se está quedando con el personal. En todo caso, me cae de un quinto pino por varias razones que iré desgranando.

                En 1979 fue elegido alcalde de su pueblo. En 2012, sigue siendo alcalde de su pueblo. De su sesentona vida (nació en el 52), lleva más años con el traserillo pegado a la poltrona que sin poltrona. En esta legislatura alcanzará a Franco. Todo muy democrático, aparentemente.

                En las últimas elecciones municipales, su grupo obtuvo más del 73% de los votos. Una especie de «democracia orgánica» en la que las elecciones son poco más que un formalismo porque ya se sabe el resultado a priori.

El alcalde de Marinaleda y unos amigos
              Marinaleda es una población de la Sierra Sur sevillana, en el partido judicial de Estepa. Tiene 2.645 habitantes , una extensión de 25,02 km2 y se encuentra a 108,00 km de Sevilla, a 108,00 km de Málaga, a 90,00 km de Córdoba y a 1.000,00 km de la ciudad de Bilbao. Y dirán, ¿Bilbao? ¿A qué viene Bilbao en esto de las distancias? Pues es exactamente lo que dice el apartado «Datos» de la web oficial del ayuntamiento de Marinaleda. Las distancias kilométricas, que ya se ve que son a ojímetro, recogen solo estas cuatro ciudades. Quizá la explicación esté en una foto que añado. Ya saben, aquí el más tonto, vuela.

En Marinaleda todo es fantástico, estupendo; el paraíso de los jornaleros y de los trabajadores. Casi no hay paro y las asambleas populares para «tomar decisiones» que afectan al pueblo son constantes.

Allá, tienes casa por 15 euritos al mes, el milagro urbanístico social de Marinaleda llegado a las portadas internacionales, por ejemplo The New York Times. Pero, en honor a la verdad, y no por meter el dedo en el ojo de nadie, debo añadir algo: una copia exacta del Patronato de Viviendas Francisco Franco. Mi madre terminó de pagar el pisico, a razón de 500 pesetas al mes (no llega a 3 euracos), hace cinco años. Además, los que en el barrio tenían casa, no piso, también se la construyeron ellos, como en Marinaleda: les daban los materiales, el terreno, los planos y la ayuda técnica así como les construían las partes complicadas –cimientos, pilares, etc-. Como se ve, el paraíso urbanístico comunista de Sánchez Gordillo, internacionalmente reconocido y jaleado, coincide con el paraíso urbanístico de Franco, a pequeña escala y cincuenta años más tarde. ¡Cosas veredes, amigo Sancho!

Allá, buena parte del trabajo es comunal. Puedes trabajar en las fincas del pueblo o en las cooperativas del pueblo. Por ejemplo, Marinaleda, S.C.A. es una cooperativa de explotación agro-pecuaria y de venta de sus productos. Trabajas 35 horas semanales y todos ganan unos 1.200 euros al mes, sin distinción del cargo que uno ocupe. El sueldo de los funcionarios del ayuntamiento anda también por ahí. Desconozco el del alcalde, pero sí conozco la declaración de la renta de 2010 de Sánchez Gordillo. Ya hablaremos. Un gran ejemplo de igualdad social.
 
Allá, en el paraíso de Sánchez, los nombres de las calles son encantadoramente revolucionarios; puedes pasear por la calle del Alcalde Vicente Cejas, por la Avenida de la Libertad, la calle Che Guevara, Jornaleros, Boabdil, Blas Infante o Miguel Hernández; puedes disfrutar de la plaza del Pueblo (antigua plaza de España) o de la plaza de Salvador Allende.

Escudo de Marinaleda
El escudo de Marinaleda es una monada. La leyenda es nada más y nada menos que «Marinaleda, una utopía hacia la paz». Por supuesto, el escudo no tiene corona, como dice el ayuntamiento, «por la simple razón de que somos republicanos y por tanto nada pin­taría aquí ningún símbolo monárquico».

La bandera es tricolor, como no podía ser de otra manera: el verde, que significa la utopía «que es imprescindible en cualquier colectivo para convertir los sueños más nobles de los pueblos en realidad mediante la lucha organizada de los trabajadores» cuenta el ayuntamiento.
El blanco, como representación de las «ansias de paz entendida no solo como la ausencia de violencia sino como la práctica de la justicia. La paz sólo es posible desde la igualdad y ésta sólo puede conseguirse desde la movilización de los empobrecidos de todos los lugares y por supuesto de la Andalucía en la que vivimos». Ah, qué belleza, esas «pacíficas» movilizaciones tan queridas y practicadas por el señor alcalde Gordillo.

Escudo del PNV.
El rojo, «significa que sin lucha no son posibles alcanzar ninguno de los derechos a los que aspira el ser humano. El color rojo quiere recordar que la izquierda que por supuesto ha de ser revolucionaria necesita continuamente el esfuerzo de la subversión y que eso tiene que llevar necesariamente a la lucha frente a quienes controlan y se benefician del orden establecido». Puede parecer una contradicción con el «pacífico» blanco de la franja anterior, pero no lo es. Este es el modo de «entender» la vida del ayuntamiento de Marinaleda. Un aviso, si alguno piensa en subvertir mediante la lucha el orden establecido por el alcalde en este pueblo, que ni se le ocurra. Ya lo intentó uno de los concejales socialistas y le apedrearon el coche. Subversión y lucha pero dentro de un orden, muchachos: el establecido por Sánchez Gordillo y su presidium.

Me he extendido un poco en las citas por el realismo que desprenden: ya se sabe lo que Sánchez Gordillo y sus camaradas gustan del simbolismo, bien sea el escudo, bien sea el asalto a supermercados o la «okupación» de tierras de otros.

 
Sala de usos múltiples de Marinaleda
A la entrada de este paraíso bolchevique, uno se topa con Cuba o con Corea del Norte, pero en andaluz. Lo digo por los monumentales carteles y murales que decoran el pueblo. Son una suerte de pizarras digitales permanentes para que vecinos y visitantes tengan siempre presentes las consignas, el «catecismo» que hay que aprenderse, las imágenes que hay que retener en la memoria visual y una suerte de guía «espiritual» que sirve tanto de ánimo perseverante a los «fieles» como de recordatorio amenazante a descarriados e «infieles» venidos de otros lares. Y que tienen más intríngulis que la mera estética, como ya veremos.


¿Queda claro?

 
Paisajes de Catamarca en Marinaleda



El arte crea conciencia y entra en el alma

 
 Argako urretxindorra

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