En buena parte de España sigue sorprendiendo la existencia de un nacionalismo vasco en Navarra. Pero, naturalmente, existe y, por tanto, hay razones para que así sea.
En mi opinión, en España se conoce bastante mal el mundo nacionalista y, de alguna manera, eso hace que se cometan errores de bulto en las opiniones, en las políticas específicas y en las reacciones de la sociedad frente al hecho nacionalista y a los hechos nacionalistas.
Si esto es así en términos generales, mucho peor es el caso de Navarra. De por sí, la propia región es poco conocida, dada su pequeña importancia demográfica y una idiosincrasia poco abierta en términos generales y poco dada a los excesos. Sin embargo, el papel de Navarra en la política nacional, desde el punto de vista del hecho nacionalista, es muy superior al que se cree. Tanto es así que, a mi juicio, una buena parte de los movimientos del nacionalismo tienen mucho que ver con Navarra.
Comenzaré aquí una serie de entradas que pretender dar a conocer un poco mejor el tema. No busco la profundidad ni la profusión histórica o sociológica. La finalidad es, como decía, tratar de conocer el porqué del nacionalismo vasco en Navarra, su evolución, su situación actual, sus armas, sus estrategias y la realidad de la Navarra actual en este asunto tan importante para sí misma, para Euskadi y para España.
Al propio tiempo, por supuesto que daré mis opiniones y mis propias tesis que pueden ser contestadas y rebatidas por cualquiera. Para dejar claro desde un principio mi punto de partida, algo que me parece necesario por honradez, diré que no soy nacionalista vasco; que no soy euskaldun; que soy navarro y español; que siento lo vasco como algo específicamente mío y propio de mi ser; y que entiendo que ser navarro es ser vasco y algo más: es decir, un modo particular de ser español.
Una de las cosas más dolorosas y cretinas, a la par que indecentes, es la instrumentalización impúdica que de lo vasco se hace, se ha hecho y se seguirá haciendo. Por un lado, la apropiación chulesca e inaceptable que los nacionalistas han llevado a cabo de lo vasco. De otra, la connivencia de buena parte de los políticos del resto de España con esa apropiación, que ha dado carta de naturaleza a algo que no es otra cosa que un maldito expolio. Y, por último, el desconocimiento y las reacciones absurdas de buena parte de la sociedad española ante lo vasco. Como si lo vasco no fuera parte esencial de España y ser vasco fuera, en sí mismo, lo antagónico a ser español.
Y, en medio de este panorama desolador para mí, se encuentra Navarra, desconocida, manipulada, incomprendida y maltratada en demasiadas ocasiones por unos y otros. Nadie piense que aquí hay un “nacionalista navarro”: para nada. Pero sí un navarro. Y alguien a quien no le importa defender lo que cree que es justo.
Arga-ko urretxindorra
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