sábado, 26 de mayo de 2012

¿El Himno? Unos pinganillos, hombre.

Advertencia previa: esta entradilla es una mera ironía y, como tal, debería leerse. Salvo la última frase, que ni siquiera es una pregunta retórica. Me lo pregunto... "en serio".

A ver, díganme qué piensan de esto. He leído en algún sitio que, para lo del Himno en la Final de la Copa del Rey, habían alquilado una supermegafonía de 100.000 watios. Yo no sé cómo es un watio pero, a bote pronto, cien mil, puestos uno detrás de otro, suena a una fila enorme.

Con eso, digo yo, pretendían que se oyese bien el Himno, por encima del abucheo y del pitorreo que, se sabía, iba a producirse. Lo que se dice, convertir en previsto lo previsible.

Esto de los watios de potencia sónica debe ser asunto complejo y de tener estudios de alto copete. Así que los “técnicos” han debido hacer sus cálculos y llegar a la conclusión: 100.000, como los Hijos de San Luis, serán suficientes.

Dios me libre de entrar yo en estas cosas, de las que no tengo ni la más remota idea. Pero, cuando leí el asunto, así, de andar por casa, pensé: “¡Qué barbaridad!”.

Cogí un lápiz que había en el cajón, y en un sobre que me había mandado el banco, garabateé: “100,000, por un lado. Por el otro, 20.000 seguidores del Barça y 40.000 del Bilbao. A un watio de pitido de cada catalán y a dos por cada bilbaíno, que para eso son de Bilbao, total otros 100.000. Empate.” Y, en mi ignorancia, me quedé sin conclusión útil. “Una de dos, o esto de los watios se suma, y tenemos un cisco de 200.000 watios, o se resta y entonces tenemos el silencio total. No sé cuál será la fórmula.  En cualquier caso, el Himno no se va a oír”, elucubraba yo.

Ahora, a toro pasado, sigo sin saber lo que es un watio; pero me ha quedado claro que 40.000 vascos y 20.000 catalanes juntos, al silbo, emiten con más de 100.000 watios de potencia. Y, digo, por decir, ¿los “técnicos” se liaron con las fórmulas?

Yo creo que tenían que haber hecho al revés. Tenían que haber comprado un par de docenas de pinganillos, de esos de Renfe, que son baratillos; habérselos entregado cortésmente a Su Alteza, a la Vicepresidenta, a los lendacaris, a los molthonorables y demás personajes de palco; y haber hecho sonar el Himno a 20 o 25 watios, solo para ellos y para los telespectadores que quisieran. Con un poco de suerte, los “barras bravas” apolíticos y sumamente deportivos de las gradas no se habrían dado cuenta. Y ni pitos ni flautas. Todo lo más tres o cuatro silbidos de algún molthonorable o de algún lendacari que, sin el contexto del Himno, no se sabría muy bien si iban dirigidos a las azafatas del palco o iban como una cuba, cosa comprensible en tan magno acontecimiento.

Eso sí: yo, educadamente, después diría por megafonía algo así como “Señoras y señores espectadores: aaahh, se siente, ya ha pasado el Himno.” No por joder, sino para que el árbitro se enterase de que podía iniciar el encuentro.

Lo peor que podía pasar es que hubiese fallado la estrategia, es decir, lo mismito que ha pasado en realidad. Pero te ahorras una pasta en alquiler de equipos de sonido, que tal y como están las cosas…

Con perdón, pero ¿estamos tontos, o qué?

Arga-ko urretxindorra

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