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Cualquier contenido de cualquier entrada puede ser utilizado por cualquiera
como guste. Ni "copirrais" ni chorradas de esas.Estatus irónico: NADA - UN POCO - BASTANTE - MOGOLLÓN
Aquella noche iba escuchando la radio mientras conducía
hacia Cantabria. En un momento dado salió a colación la famosa frase del
ministro Wert, algo así como que había que españolizar a los niños catalanes.
Entre las chanzas, las burlas y las críticas aceradas de los contertulios, me
dije que, otra vez, el señor Wert había metido la pata. No me refería, al
contrario que los comentaristas, a que no hubiese razón en el comentario del
ministro, sino a su falta de cautela.
Lo cierto es que me precipité porque ni siquiera había oído
las declaraciones completas. En todo caso, reconozco que me equivoqué de cabo a
rabo, al igual que lo hicieron los
periodistas a los que escuchaba. Porque el señor Wert tiene –tuvo- toda
la razón, cautelas a un lado. El proceso de catalanización de los niños ha sido
sistemático, exclusivo, impuesto y, sobre todo, falso y manipulado. Es
comprensible, como yo mismo decía en una entradilla anterior, que el fanatismo
catalano-independentista sea, tras tantos años, un hecho.
El recurso al bombardeo ideológico constante, desde el
propio nacimiento, de varias generaciones en Cataluña no podía llevar a ningún
otro sitio. Los políticos, los historiadores, los sociólogos y los maestros en
Cataluña han construido una realidad, pasada y presente, completamente falsa
que se ha convertido en “su” verdad. Y hay, me temo,
millones de personas que creen firmemente en ella. Como contraposición, desde
el resto de España no se ha hecho gran cosa, más bien, casi nada. Salvo alguna
honradísima excepción, y a título personal, la gran falacia se ha ido
construyendo y distribuyendo entre niños y jóvenes de manera insistente hasta
crear una suerte de “verdad”
histórica que sirva de fuente de la que hacer manar el derecho a la independencia, como un chorro de agua fresca y natural.
Es una verdadera estupidez lo del “derecho a decidir”, puesto que no hay país en el mundo, por muy
insensato que sea, que reconozca el derecho a la independencia. Así que no
tendría más recorrido semejante imbecilidad de no ser por dos razones:
a) La paranoia fanática que se ha inducido en miles y miles
de personas en Cataluña.
b) La estulticia, en el mejor de los casos, o la clara
deslealtad, cuando no traición, hacia un país entero, hacia millones y millones
de personas –presentes y ya fallecidas- de algunos sectores políticos,
sindicalistas, periodísticos e intelectualoides del resto de España. No tengo
la más mínima duda cuando afirmo que el independentismo es posible no gracias a
los independentistas sino al resto de los españoles, especialmente de sus
representantes “democráticamente”
elegidos.
Es una desgracia de incalculables consecuencias un país en
el que la mera posibilidad de poder
hacer algo se convierte directamente en “un
derecho”. Que alguien, como la Generalidad de Cataluña, pueda colgar en su
web oficial varios vídeos llenos de falsedades y manipulaciones históricas no
es un derecho. No es ningún derecho mentir, lo mismo que no es ningún derecho
independizarse. Y mucho menos, aunque se pueda hacer, manipular las mentes de
varias generaciones. Por no sé qué inconfesables intereses
particulares se ha permitido, durante demasiados años, la mentira, la
manipulación y la imposición del fanatismo independentista –y no solo en
Cataluña y el País Vasco-. Todo ello es lo que nos ha llevado a una situación
de auténtica esquizofrenia.
Siento mucho si alguno pudiera escandalizarse por mi
talante poco democrático. Que la web oficial de la Generalidad de Cataluña
afirme que Cataluña fue un reino, que la “Casa de Barcelona” se anexionó Aragón
en 1137, o que el “rey de Cataluña” Jaime I el Conquistador creó los “Países Catalanes” es tan grave, por
falso e intencionadamente manipulador, que cualquier fiscal con competencia
debería presentar una querella y un juez competente debería ordenar
quitar semejantes barbaridades de la web de manera inmediata.
Porque ya está
bien de permisividades, de derechos inexistentes, de falacias brutalmente
eficaces, de libertades inventadas y demás demagogia con la que los sinvergüenzas
llevan años haciendo proselitismo independentista.
No voy a dedicar ni una sola letra a contar la historia de
España una vez más. Solo quiero manifestar públicamente mi hartazgo por unos y
por otros, especialmente por estos últimos, los que dejan hacer por no sé qué
repugnantes razones –algunas sí las sé-.
Arga-ko urretxindorra
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