Aviso:
Los comentarios no se
censuran.
Beramendi no comenta
los comentarios.
Cualquier contenido de cualquier entrada puede ser utilizado por cualquiera
como guste. Ni "copirrais" ni chorradas de esas.
Estatus irónico: NADA - UN POCO - BASTANTE - MOGOLLÓN
Estatus irónico: NADA - UN POCO - BASTANTE - MOGOLLÓN
Después de la primavera
árabe parece que llega el invierno árabe. La primera de las revueltas, la
de Egipto, terminó y triunfó. Llevó a la salida de Hosni Mubarak, al
desmantelamiento de su gobierno y a la convocatoria de elecciones generales. Se
hizo limpieza y entró aire fresco. O eso se encargaron de contarnos los medios
de comunicación occidentales.
Ganaron las elecciones los Hermanos Musulmanes, ávidos de tomar por su cuenta el poder egipcio
y poner a todos en su sitio. No es la primera vez, ni mucho menos, que unas
elecciones “democráticas” abren paso
a la tiranía. En este caso, se sustituyó una dictadura, más bien blandita, por una
tiranía islamista, de las que no conozco aún ninguna suavecita.
El nuevo “rais”,
el doctor ingeniero (en Estados Unidos, curiosamente) Mohamed Mursi, llegó al
poder con un 51,72% de los votos. Una mayoría absoluta, sin duda. Salvo que el
siguiente candidato, ahora en la oposición, obtuvo un 48,27%, muy pegado por
tanto. En aquellos momentos, tras la victoriosa revolución, había un gobierno
interino formado por la cúpula militar del poderoso ejército egipcio, laico, que
traspasó los poderes al nuevo presidente en junio. Y que ya tuvieron roces
importantes con los Hermanos Musulmanes.
Mientras tanto, las dos cámaras existentes en Egipto, la
Asamblea Constituyente y la Shura, una especie de senado, se configuraron con
un enorme poder para los salafistas y para la Hermandad, los Hermanos
Musulmanes, a la que dejó de pertenecer Mursi una vez nombrado presidente (en
serio, lo hizo).
Pero hete aquí que unos pocos meses después, la primavera y
los brotes verdes se han tornado invierno y sarmientos secos. El doctor
ingeniero, formado y vivido en Estados Unidos, ha decidido que por hoy ya está bien de democracia;
y que ni él ni las dos cámaras, a las que un extraño reparto de escaños les ha
hecho mayoritarísimamente salafistas, van a seguir estando bajo la ley ni bajo
los jueces. La jugada es sencilla.
Tan solo dos días antes de las elecciones presidenciales, la
Cámara Baja se disolvió. Poco después, se creó una Asamblea Constituyente
sospechosamente islamista que daría paso, más adelante, una vez aprobada la nueva constitución, a una nueva Cámara
Baja. Se mantuvo, sin embargo, la Shura, la Cámara Alta, en la que los
religiosos islamistas se encontraban a sus anchas. La Asamblea Constituyente
fue denunciada ante el Tribunal Supremo Constitucional, que aún no se ha
pronunciado sobre su validez. Así que este es el momento preciso.
Mohamed Mursi tiene en su mano todo el poder ejecutivo y el
legislativo desde el 30 de junio. Pero su problema es el poder judicial, en sus
diversas instancias. Así que ha decretado un par de cosillas: por un lado, «las
declaraciones constitucionales, las leyes y las resoluciones anteriormente
adoptadas por el presidente [Mursi, claro], desde que asumió el 30 de junio hasta que entre en vigor la
Constitución y se elija al nuevo Parlamento, son definitivas e inapelables por
cualquier método o ante cualquier órgano». Y además, «no
se permite que estas resoluciones presidenciales sean suspendidas o canceladas». Tócate los pies, Manuel.
Es
interesante darse cuenta de que, en este momento, en Egipto se está redactando
una nueva constitución que se aprobará, sin lugar a ninguna duda. El asunto
está en cómo va a ser esta nueva constitución –¿profundamente islamista?- y en
que los únicos que podrían poner trabas, a estas alturas, son los jueces y
fiscales.
Así que también ha decretado que no se permita a ninguna instancia
judicial la posibilidad de disolver ni la Asamblea Constituyente ni la Shura.
¡Ancha es Castilla! Esto va, fundamentalmente, al punto de flotación del
Tribunal Supremo Constitucional y del Tribunal de Casación. Y, de paso, se ha sacado de la manga una ley para destituir al Fiscal General y sustituirlo por su amigo Talat Ismail.
En fin, que aunque no puede hacerse todavía con el único poder que le
falta, el Judicial, con estos decretos lo desarma o, más bien, siguen
funcionando pero no pueden nada contra él ni contra los suyos.
Teniendo en cuenta que casi la mitad de los votos fueron a parar a la
oposición, las revueltas no se han hecho esperar. ¿Va a recular en su asalto a
la democracia el demócrata presidente egipcio? No lo sé, pero lo dudo bastante.
Lo que no sé en absoluto es que nos contarán de nuevo los medios informativos
occidentales y sus alegres políticos. No aprendemos de la historia… y así nos
va.
Argako urretxindorra
No hay comentarios:
Publicar un comentario