domingo, 18 de noviembre de 2012

¿Reforma educativa? ¿Qué reforma?

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Estatus irónico: NADA - UN POCO - BASTANTE - MOGOLLÓN





¿Reforma educativa? ¿Reforma del sistema educativo? Gritos y silencios. Esta vida nuestra de hoy está llena de gritos y silencios, de ruidos y silencios. Siempre son más, muchos más, los silencios. Pero solo se oyen los gritos. Y, de alguna manera, muchos terminan creyendo que los gritos son la mayoría, que son, incluso, lo razonable.

Todos tenemos la experiencia de que el grito repetido, el grito continuado hace efecto. Tantas veces sucede que una mentira machacona termina por ser fehaciente, que el recurso al grito se emplea demasiado a menudo. Pero el ruido no construye. Una educación a gritos, en casa, en la escuela, no solo no es educación: es martirio y siempre se vuelve contra todos. Quien no toleraría nunca esto, con demasiada frecuencia, se dedica al ruido y al grito en la calle, en los pasillos de la escuela, en los foros, en los periódicos. Pura incoherencia calculada; deseos viscerales de destruir.

Parafraseando a Rajoy, su anteproyecto de reforma educativa «es inaceptable». Araña un poco la pintura de algunas paredes para darles otro color. Y nada más.

Mi generación, desde luego, no verá nunca un auténtico cambio de la educación en España. Son muy pocos, en realidad, los que lo quieren. Todos los demás, bien por inconsciencia, por desconocimiento o por maldición ideológica y económica –demasiados viven del negocio educativo en lo personal o en lo institucional- no tienen ninguna intención de que los niños y jóvenes españoles sean educados de verdad.

Y mi generación no lo verá porque se necesita mucho tesón para el cambio; porque se necesita mucha voluntad; porque se necesita otra mentalidad; se necesita mucha sinceridad y valentía; hay que estar dispuesto a luchar y a jugarse el propio pan; hay que tener una formación intelectual y humana para abordar el cambio profundo, que muy pocos serían capaces; hay que desdemocratizar la educación; hay que destruir los consejos escolares; hay que acabar con las oposiciones; hay que terminar con la casta de funcionarios educativos; hay que terminar de una vez con la escuela pública tal y como es ahora; hay que obligar a los profesores a estudiar constantemente; hay que terminar con una universidad que ha pasado a ser una pésima «formación profesional»; hay que terminar con el “derecho” a la educación universitaria; hay que desterrar a los partidos políticos, a los sindicatos y a los politiqueros de la educación; hay que dotar a la educación de directivos bien formados, exigentes, exigidos, bien pagados, motivados y libres para hacer su trabajo; hay que internacionalizar la formación de los profesores; hay que terminar con la perniciosa «titulitis»; hay que terminar con el intervencionismo del estado; hay que exigir una verdadera libertad de cátedra, no basada en la ideología sino en la formación pedagógica y didáctica; hay que terminar con el sistema de becas que amparan un inexistente “derecho” a la educación universitaria y permiten la existencia de miles de parásitos sociales a costa del dinero de todos los demás; hay que acabar con los chorros de dinero sistemático tirados por el retrete; hay que terminar con la visión economicista de la educación; hay que exigir a los padres sus responsabilidades hasta el final; hay que desterrar a los pedagogos, psicopedagogos y psicólogos de tres al cuarto y quedarse solo con aquellos bien formados, vocacionales, capaces y antidemagogos; hay que desterrar la idea de que la educación se divide en ciencias y letras; hay que destruir la mentalidad utilitarista de la educación; hay que impedir que los malos profesores puedan ejercer; hay que impedir que los malos directivos puedan ejercer; hay que cambiar de raíz la función de la inspección; y hay que pagar muchísimo más a los buenos.

¿Hay alguien dispuesto a hacerlo? ¿Sigue alguien pensando que esto se soluciona con una reforma legal, nada más? ¿Hay alguna posibilidad de que, partiendo de dónde estamos y cómo somos, cualquier gobierno se plantee iniciar el proceso, teniendo que presentarse a las elecciones tres años después? ¿Y los partidos políticos y los sindicatos? ¿Cuántos profesores, maestros, catedráticos, funcionarios, padres, políticos, politiqueros, sindicalistas, “universitarios” y bedeles no pondrían el grito en el cielo y las barricadas en la calle?

Por eso digo: mi generación no lo verá. Pero no es pesimismo: es puro acicate para empezar cuanto antes. Yo ya estoy en ello. De momento, aquí queda esto y seguiré escribiendo, pese a quien pese.

Argako urretxindorra

2 comentarios:

  1. Aplausos...Qué visión tan abierta y atrevida! Vamos a difundirlo...

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  2. Y se lo has mandado al señor Wert, puede interesarle para dar un pasito más... Beramendi, estoy de acuerdo con que tan solo se rayado la pintura... Y fíjate como se ahn puesto de nerviosos políticos, sindicatos... Si se hace la mitad de la mitad de lo que dices... barricadas, Si se hae lo que dices... Guerra civil...

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