jueves, 2 de julio de 2015

Doña Espe y el taimado señorito Errejón

¡Hay que ver!

“La posibilidad de un adelanto electoral es irresponsable, pero si creían que jugando con las fechas podían cogernos a contrapié para evitar el cambio, les tenemos que decir que se van a equivocar”, ha explicado el secretario de Política de Podemos, Íñigo Errejón.

“He llegado a pensar que lo más conveniente para España es hacerlas coincidir con las catalanas”, ha destacado Esperanza Aguirre en la rueda de prensa posterior al Comité de Dirección del partido.

¡Vaya! Todos los caminos llevan a Roma. Me apuesto un bocadillo de lomo con pimientos a que no se adelantan las elecciones generales. Pero, manda güevos que el muchacho intelectual de la extrema izquierda y doña Espe –aún trato de ser un caballero- coincidan en el tiempo y en el asunto.

Lo de Errejón no tiene más chicha que una mentira más a la que estos chicos nos tienen acostumbrados. Eso, y que piensa que el resto somos tontos de artesanía; bueno, algunos hay, eso sí es verdad.

Los que pueden, los mandones del partido, han iniciado la tercera razzia interna. Ellos sí que tratan de coger a contrapié a las otras facciones para descabalgarlos de un estacazo y que las listas a las elecciones nacionales sean las indicadas, es decir, las del politburó. En un año de existencia, es la tercera vez que se cepillan a los díscolos, aunque tal vez, de esta oigamos algo más. Ya veremos.

Lo de doña Espe, sin embargo, es para mí un arcano. No me gusta nada hacer leña del árbol caído, ni un pelo. Pero es que la que ha sido la mejor presidenta de la Comunidad de Madrid con mucho se empeña en no comer y no dejar comer. A la señora Aguirre se le ha pasado el arroz político hace mucho y no quiere aceptarlo. Aún no ha dado explicaciones de su salida rarísima de la presidencia de la Comunidad dejando a los madrileños, que la habían elegido, con un palmo de narices. Aún no ha explicado por qué no abandonó la presidencia del partido en Madrid, con toda la mangancia vergonzosa que su gente llevó a cabo. Y eso fue responsabilidad solo suya porque ella era quien debía haberlo evitado.

En noviembre de 2014 escribía una entrada en este blog explicando por qué creía que debía haberse marchado. Estas son horas en las que aún danza por ahí. Sí, es cierto que después de su derrota electoral ha anunciado que se va, por fin. Pero, mientras eso sucede, podía estarse calladita o medir un poco más lo que dice. A menos que tenga otras intenciones más aviesas.

Quiero pensar que no es así y que, simplemente, el arroz está pasado. Pero la ocurrencia se las trae: desvestir a un santo para vestir a un venerable no tiene sentido. Rajoy no adelantará las elecciones. Necesita estirar el plazo cuanto pueda por dos razones inmediatas.

Por un lado, la economía, que ha sido su error de comunicación, se puede convertir en su éxito en las urnas; o, por lo menos, en su colchón amortiguador. El verano, con las vacaciones de por medio, donde la gente descansa, se quita parte del estrés y ve que puede gastar en el chiringuito un poco más, le va a venir al pelo. Los datos de paro, de ir venciendo al maldito paro, los va a poder vender algo mejor porque, entre otras cosas, para septiembre podrá quitarle el 4 a los millones y ponerle el 3, que no es ninguna tontería. Los datos de reservas hoteleras, de ventas en las rebajas y de ventas de coches, si no vuelven a ser unos cenizos en la dichosa comunicación, también les pueden hacer parte de la campaña. Así que estirará la cuerda cuanto le sea posible.

La otra razón es que los cambios que ha realizado en el partido puedan ponerse manos a la obra. Nada de fondo porque no hay tiempo, pero sí un lavado de cara que, bien llevado, también sirve.

Hay más razones aunque estas no dependan directamente de Rajoy. Por ejemplo, el caso de Grecia. Por ejemplo, la barbaridades que los neocastos gobernantes puedan ir haciendo, aunque andan con pies de plomo. O las sorpresas que seguirá dando el intrincado mundo interior del PSOE, en Madrid, o en Andalucía.

Tratar de hacer coincidir las elecciones generales con las autonómicas catalanas es entrar a jugar al ratón y al gato con Mas, cosa innecesaria a todas luces y que elevaría artificialmente su pretendido valor plebiscitario. Pero sí convendría que, como quien no quiere la cosa, se fuesen dejando caer las miguitas de pan de Pulgarcito al españolito votante sobre las consecuencias, sobre la responsabilidad real que tiene su voto, como en Grecia. ¿Que es apelar al voto del miedo? Pues claro: es que hay cosas y gentes que dan miedo.


Argako urretxindorra

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