El señor alcalde de
Pamplona, un ignoto historiante –licenciado en Historia pero no historiador-
entregado a la causa batasuna, la va
a liar en San Fermín. Sus ideas,
además de su actitud personal bastante chulesca, le impelen a hacer el bobo; y
como el sentido común, la responsabilidad y el saber estar son virtudes que en
él brillan precisamente por su ausencia, el señor alcalde la va a liar en las
fiestas.
Joseba Asirón, saliendo el Ayuntamiento de Pamplona |
De momento, ya tiene
previsto montar el consabido, pesado, estúpido e ilegal numerito de la ikurriña.
Solo que este año, como es el señor alcalde, lo va a llevar a cabo nada menos
que desde el propio edificio consistorial, es decir, (pseudo) oficialmente. Por lo que a él se
refiere, hay dos cosas que se la soplan: el respeto a la ciudad de la que es
regidor por obra y gracia de los chanchullos partidistas y la legalidad.
Ninguna sorpresa. Más bien, un modo de vida.
Se ponga como se
ponga, hay muchos ciudadanos pamploneses que no comulgan con sus ideas; poco
más de nueve mil le han votado. Y, por muy batasunero
que sea el muchacho, no tiene ni el más mínimo derecho a hacer lo que le da la
gana. Sí, ya sé que es costumbre en este tipo de gente no solo hacerlo sino
imponerlo al resto, aunque sea a pedradas, barricadas, tumultos, bofetadas y
otras cosas. Pero no tienen el más mínimo derecho. Y mucho menos siendo
alcalde.
Ciertamente, al señor
Asirón le babea la boca ante una ikurriña pero eso es una enfermedad que,
probablemente, no tiene tratamiento. En todo caso, puede pintar su habitación y
el cuarto de estar, incluso el excusado, de rojo, verde y blanco. Esa es la
parte personal y privada de la historia. Pero no debería usar y abusar del
Ayuntamiento, mucho más trascendente que él mismo, para imponer su babeante
enfermedad al resto.
Pamplona ya tiene su bandera.
Navarra, cuya capital es Pamplona, ya tiene su bandera. España, país en el que
se encuentra Navarra y Pamplona, ya tiene su bandera. Incluso la Unión Europea
la tiene. Y ninguna de ellas es la dichosa ikurriña. De manera que sus deseos
personales o sus objetos de culto, en su casa puede que estén bien –lo dudo-;
pero no en el balcón del Ayuntamiento que, por mucho que se lo tenga creído, ni
es suyo ni lo es de su formación, sino de todos los pamploneses que, en su
mayoría, ni siquiera le han votado.
Pero como el mozo es
así, el bobo alcalde de Pamplona la quiere liar en San Fermín.
Argako urretxindorra
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