Los PETA (nada que ver con los «petas»… supongo) tienen la costumbre desde hace unos años de
montar una «performance» o dos
aprovechando las Fiestas de San Fermín en Pamplona. Los señores, las señoras,
los señoritos y las señoritas de PETA (People
for Ethical Treatment of Animals – Gente por el Trato Ético de los Animales).
Dado que buena parte de las fiestas de Pamplona se vive en la calle, con actos
organizados o improvisados a lo largo y ancho de toda la ciudad, los PETA se
han convertido en uno más. Van cogiendo tradición, algo muy propio del
cachondeo pamplonés durante los sanfermines.
En concreto, los PETAS protestan contra las corridas de
toros y contra los encierros. Personalmente, me importa un bledo lo que hacen.
Además, como los montajes son muy malos, desde el punto de vista artístico;
repetidos año tras año, no hay ni pizca de originalidad ya y, mucho menos, de creatividad;
y de una estética «feisísima» de ver (es que son más que feísimas), no asisto a
tales manifestaciones.
Sí asisten algunos medios de comunicación que luego pasan
las fotos, los vídeos y la crónica del asunto, cada uno con su propia
«sensibilidad», que las hay para todos los gustos. Y asiste algún público. No
se crean que muchos porque ya les digo que a la vez hay tantas cosas que se
pueden hacer, que pese a la campaña propagandística previa que montan los
PETAS, el éxito local es más bien escasillo. Como intento de atracción añadido,
suelen ir medio en pelotas, de manera que el grupo de mayor edad entre los
curiosos suele ser más alto de lo habitual que en otros actos: supongo que se dan
cita los «musgos» de Pamplona («musgo» es el nombre que se da por allá a los
«viejos verdes»).
Este año tenían prevista y anunciada una magnífica
actuación. Pero la Delegación del Gobierno en Navarra, aunque no prohibió la
concentración sí lo hizo con la actuación estelar. Así que los PETA cambiaron
el asunto sobre la marcha: al final consistió en revolcarse por el suelo de la
Plaza del Ayuntamiento remojados en pintura roja y negra y formar dos palabras
que no he podido reconocer en las fotos. ¡Bellísima y complejísima obra!
La original, que tenía mucha mejor pinta, era una «crucifixión simbólica» en dicha Plaza.
Según recogen los medios, consistía en «una
concentración en la que seis
activistas, semidesnudos y portando cabezas de toro de cartón, se iban a
crucificar de forma simbólica frente al Ayuntamiento de
Pamplona "para pedir el fin de la crueldad animal en la fiestas de San
Fermín"». ¡Precioso!
Tras la prohibición de la parte artística por parte la
bochornosa y cruel Delegación del Gobierno en Navarra, los organizadores han
protestado enérgicamente con los requeteconsabidos argumentos que se utilizan
siempre ante cualquiera de estas prohibiciones que, por archiconocidos, no
repetiré. Solo dejaré constancia de esta perla: el portavoz de los PETA «ha subrayado que para ellos "el
martirio de los toros en cada encierro es equivalente al que sufrió Jesús en su
calvario" por lo que
quieren hacer reflexionar "que el sufrimiento es reprochable sin importar
quien lo padezca». No me dirán que no es una verdadera perla del
pensamiento… animaloide.
1.
El
sufrimiento es… ¿«reprochable»? ¿Qué
coño quiere decir eso? En todo caso, serán reprochables algunas causas del
sufrimiento, pero ¿el sufrimiento? Esta afirmación, que no tiene ningún sentido
y es más tonta que mear para arriba y decir que llueve, adquiere «sentido» en
las conciencias y corazones de algunas personas «sensibles» y se lo terminan
creyendo –sin entenderlo, porque es imposible-, y lo utilizan como argumento de
peso. Y se termina por creer que todo sufrimiento es reprochable. Así nos va.
2.
La parte más indignante del asunto es la
comparación del «martirio de los toros en
el encierro» que según estos pringados irrespetuosos y anti-personas «es equivalente
al que sufrió Jesús en su calvario». ¡Intolerable y profundamente
cabreante! Porque ni siquiera es una opinión absurda y estúpida. Es una
provocación propagandística y agresiva, estudiada, planificada y decidida a
sabiendas de que provocaría reacciones sensatas, decididas y llenas de dolor
entre cualquier persona normal, sin necesidad de ser creyente. Y como los PETA
van buscando eso, la reacción, la propaganda, el altavoz, los medios de
comunicación, etc., y, además, el sufrimiento humano no es que les traiga sin
cuidado, sino que lo provocan a propósito para sus fines, pues ahí queda eso. Y
aún es peor: «el sufrimiento es
reprochable sin importar quién lo
padezca». ¡Tócate los
pies! El sujeto sufriente no importa. Da igual que sea un toro que Cristo,
un conejillo de indias que un niño, un ornitorrinco que un abuelete en el
hospital. Consideren, entonces, a qué distancia estamos del aborto o de la
eutanasia, según el pensamiento PETA: lo importante es que no se vea, que no se
perciba el sufrimiento. Como la madre «sufre» su embarazo y lo que vendrá
después del embarazo, como al niño que está dentro de su mamá no se le ve ni se
le oye llorar, «interrumpámosolo», o sea, matémoslo, que eso se hace dentro de
la tripita y ni se ve la sangre ni se oyen los gritos del bebé. No voy a seguir
porque mis palabras medianamente presentables se me han terminado aquí.
3.
Ya, ya estoy más moderado. Así que retomo. Los
puntales activistas de los PETA son dos, a saber: de una parte, que con sus
acciones buscan y provocan el sufrimiento de otras personas. Ejemplo: el
anterior. En realidad, el sufrimiento del babuino de la sabana les importa –que
tampoco termino de tener esto muy claro- pero el sufrimiento de según qué
personas, les importa cero zapatero. Es más, lo provocan.
4.
Y de otra parte, mienten más que hablan. Son uno
de los «colectivos» más mentirosos que nadie se puede encontrar sobre la faz de
la tierra. Transcribo su discurso de principios contra el Encierro de Pamplona
(lo tomo de su página web oficial):
The ‘Running of the Bulls’
Tourism also keeps the cruel "Running of the Bulls" in Pamplona,
Spain, in business. The bulls are kept in crowded, dark enclosures, and when
they are prodded onto the streets with electric shocks, they are momentarily
blinded by the sunlight. Runners hit the animals with rolled-up newspapers and
twist their tails. The panicked animals often lose their footing on corners and
crash into walls, breaking bones and injuring themselves. Most tourists don't
know that all the bulls will later be killed in the bullring.
Traduzco (con libertad):
El Encierro.
El turismo también sostiene el cruel «Encierro» de Pamplona, España,
como negocio. Los toros son metidos en encajonamientos abarrotados y
oscuros, y cuando son espoleados a las calles mediante descargas eléctricas,
se ven momentáneamente cegados por la luz del sol. Los corredores
golpean a los animales con periódicos enrollados y les retuercen el rabo.
Los aterrorizados animales a menudo se caen en las esquinas y se
aplastan contra las paredes, rompiéndose huesos e hiriéndose. La
mayor parte de los turistas no saben que todos esos toros se matarán después en
la plaza de toros.
Y,
bien, ¿qué les parece? Esto es lo que afirma la web de los PETA. Gente digna de
confianza, ¿eh? Gente honrada, con la verdad por delante.
He
subrayado aquellas afirmaciones que son mentira para resaltarlas; lo cual ha
sido una tontería por mi parte, como se puede apreciar.
1.
El Encierro no se sostiene como negocio por los
turistas: no se paga nada ni por verlo ni por correrlo. Los gastos corren a
cargo de la Casa de Misericordia de Pamplona, ni siquiera del ayuntamiento
salvo aquellas cuestiones que tienen que ven con la seguridad. Y las cuestiones
sanitarias, a cargo del Gobierno de Navarra. En definitiva, por los bolsillos
de los navarros a través de sus impuestos. Los turistas son atendidos de sus
percances gratuitamente, bueno, con cargo a los impuestos de los navarros,
insisto.
2.
Los toros no se encierran en corrales
abarrotados. Es evidente que en cada corral solo se meten los seis toros de cada
corrida. Casi todos sabemos que un toro de otra ganadería sería inmediatamente atacado
y muerto por los de la camada. Son corrales abiertos al aire libre, espaciosos, con
zonas de sombra para que los animales se protejan del sol cuando gusten; surtidos
de agua constantemente y de pienso y forraje dos veces al día, como en la
dehesa; y vigilados 24 horas al día por ganaderos de su propia ganadería y pastores
del Encierro ante cualquier contingencia que pudiera surgir. Así que ni están
abarrotados ni son oscuros, como afirman estos mentirosos compulsivos.
3.
Naturalmente que no se sacan de los corrales
mediante descargas eléctricas. A los animales se les abre el portón, el único
portón, que da directamente a la calle Santo Domingo. Y un solo pastor del
encierro les hace salir mediante voces. Por supuesto, no quedan momentáneamente
cegados por la luz solar, puesto que es la misma luz que tienen dentro del
corral. Y eso, sin tener en cuenta el número de días nublados de Pamplona, que
son la mayoría. Una preciosa y falsa figura estilística la del sol cegando a
los toros que han permanecido hasta ese terrible momento encerrados en las mazmorras del castillo de
Drácula.
4.
Lo de llevar el periódico enrollado es una
tradición no muy antigua y más bien inútil. Se basa en el hecho absurdo de que,
en un momento dado, ante una situación de peligro, lanzar el periódico hacia
otro lado puede distraer al toro en el último instante. Se ha demostrado que
no, que no se distrae. Básicamente, porque en una situación de tal peligro, el
corredor suelta periódico sin ton ni son. No se suele preparar ninguna
estrategia en ese momento. Es una cuestión de estética. Por otra parte, se lleva enrollado no para
utilizarlo a modo de porra de papel, sino porque es francamente incómodo
llevarlo desplegado mientras se corre delante de seis toros y al lado de
cientos de personas con la misma prisa que tú a codazo limpio. Por último, imagínense el
tremendo sufrimiento que a un torico de 600 kilos le debe suponer que un
hombretón de 80 le sacuda un periodicazo. Se conocen varios casos de miuras
muertos en el acto por un certero golpe de periódico «rolled-up».
5.
Los «aterrorizados» animales... no se sabe si
están aterrorizados, cabreados, felices, haciendo futin o en plan «qué toca ahora». Los PETA sí parecen saberlo pero
nunca nos descubren el arcano secreto de su conocimiento.
6.
«A menudo» no caen en las esquinas. Porque solo
hay una esquina en todo el recorrido: la de la calle Mercaderes con la calle
Estafeta. Y, en los últimos años, ni eso, porque se echa un antideslizante muy
efectivo. De los 42 toros bravos que han corrido el Encierro en el año 2012, en
la dicha esquina, han caído tres: es decir, el 93% de los toros no se ha caído
en ninguna esquina. Ya se ve que no es «a menudo».
7.
Desde que se toman referencias del encierro,
allá por los años 20 del siglo pasado, no se ha dado ningún caso de hueso roto…
en los toros, claro. Ni de ninguna herida producto del Encierro. Los únicos
casos de toros heridos o muertos han sido, curiosamente, por asta de toro.
8.
Las encuestas llevadas a cabo entre la población
turista, con muestras aleatorias perfectamente representativas y un error de
muestreo del 1%, sobre su conocimiento de si los toros morirán por la tarde en
la plaza de toros… pues, es que, no se han llevado a cabo. Volvemos otra vez a ese
conocimiento secreto que tan desarrollado está entre los PETA. No sé si será
una cuestión de «royalties», de
creerse más listillos que los demás o que se inventan los datos –como mienten
tanto, me inclino por pensar que va a ser esto último-, pero nunca hacen
públicos sus «estudios». Y es raro en tipos tan necesitados de propaganda, ¿no?
Vayan
tomando nota de las rutilantes estrellas que prestan apoyo a los PETA. Recuerdo
algunas iniciativas de la ínclita y americanizada Penélope Cruz, nuestra
encantadora actriz, concretamente contra el Encierro de Pamplona. Sin acritud
lo digo: o son bobas, o son un poco canallas, o entran de este modo en el
circuito de lo políticamente correcto, que siempre da una dosis de popularidad.
Estas posibilidades no son necesariamente disyuntivas. Pueden darse las tres al
mismo tiempo.
Bien, «that’s all,
folks», con permiso de Bugs Bunny.
Arga-ko urretxindorra
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