La Confederación de asociaciones de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (COLEGAS) ha instado al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad a reformar la ley de violencia de género para incluir también como víctimas a los homosexuales.
A su juicio, el Ministerio debe proceder "de forma inmediata" a convocar al comité de expertos en materia de violencia para garantizar la creación de un marco normativo estable "para que el conjunto de las parejas en España dejen de estar discriminadas por razón de su orientación sexual, en la línea de lo marcado por el Tribunal Supremo".
Creo que ya va siendo hora de que estos-as señores-as vayan cambiando de discurso. Resultan muy pesados, cada vez más carcas y trasnochados y muy abusones. De entre los mal llamados “colectivos sociales”, no creo que haya ningún otro al que más caso se le haya hecho desde las instituciones y desde los círculos intelectuales pensadores únicos de este, nuestro país. Y ya está bien.
Con el cuento –actualmente hablando- del “estigma social” y de la pesadísima “discriminación”, estas asociaciones se pasan la vida presionando a cara descubierta a toda la sociedad y logrando favores inalcanzables para muchos otros miembros de la misma.
Ahora se plantean lo de la estrambótica ley de violencia de género. Como siempre, exigen –no solicitan, ni piden- “de forma inmediata”. Es su modo de proceder, es su modus operandi, porque, en el fondo, se creen moralmente más allá que el resto de la sociedad: ellos sí pueden “exigir de manera inmediata”. Y digo esto porque, como siempre están con la misma palabra en la boca, la discriminación, para que exista alguien discriminado tiene que haber alguien que discrimine.
Podemos ser todo lo políticamente correctos que queramos, pero lo cierto es que estas asociaciones culpabilizan al resto de la sociedad de todos sus supuestos males. De otra forma, se les acabaría el discurso. Y, qué quieren que les diga, yo soy uno de los del resto de la sociedad, de los “malos”, y ya me está tocando las narices que se me trate así. Por supuesto, que el mero hecho de que escriba esta pequeña entrada ya me presupone, para estas asociaciones, una mentalidad homófoba. Obviamente, en lo que a ellos respecta, la libertad de expresión debe ser censurada.
Podemos ser todo lo políticamente correctos que queramos, pero lo cierto es que estas asociaciones culpabilizan al resto de la sociedad de todos sus supuestos males. De otra forma, se les acabaría el discurso. Y, qué quieren que les diga, yo soy uno de los del resto de la sociedad, de los “malos”, y ya me está tocando las narices que se me trate así. Por supuesto, que el mero hecho de que escriba esta pequeña entrada ya me presupone, para estas asociaciones, una mentalidad homófoba. Obviamente, en lo que a ellos respecta, la libertad de expresión debe ser censurada.
Pues bien; no sé cómo se las apañarán nuestro políticos y sus “comités de expertos” para hacer lo que los COLEGAS les exigen. Porque la Ley Orgánica 1/2004 trata de la violencia que ejercemos los hombres contra las mujeres –yo, no; pero para la ley, sí-. Una cosa tan absurda como esta ley, que presupone que el hombre es culpable de violencia contra la mujer por el hecho de ser hombre (no hay más que leer el primer párrafo de la Exposición de motivos), va a encontrar alguna que otra dificultad para complacer a los homosexuales: porque no habrá más remedio que determinar legalmente quién es el hombre y quién la mujer –que todos querrán ser esta última, claro-. Y, a ver cómo se hace eso: en una pareja de dos hombres, ¿quién decide cuál de ellos es la mujer, y por tanto, la víctima? O lo que es peor, en términos de esta estúpida ley: ¿cuál de los dos hombres se queda con el papelón de “hombre”?
Por último, la mera petición hecha por los COLEGAS ya deja fuera de lugar todo el fundamento de esta ley y a la propia ley. Cito textualmente: “Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión”. Así se expresa la ley. Si ahora resulta, tal como dicen estas asociaciones, que entre dos hombres o dos mujeres también se practica la violencia: ¿tiene algún sentido que continúe existiendo una ley que dice justo lo contrario? Quizá, la solución sea cargársela sin más. Así, nadie estará discriminado: ni los homosexuales, ni las mujeres ni los hombres. Y aplicar el código penal directamente.
Arga-ko urretxindorra
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