Hay gente brillantemente creativa, capaz de influir de manera increíble en las actitudes de los demás. Como quien haya inventado lo de #primaveravalenciana. ¡Qué maravilla de expresión! Y qué eficiente. La belleza poética de la primavera, con su luz, su color, el renacer de la naturaleza tras el triste invierno, el nuevo despertar cíclico. Fácil de recordar, pegadiza, utilizable y, desde su origen, una auténtica “marca”, como se dice ahora. De no ser por quienes son sus autores, podríamos hablar de una estupenda campaña de márquetin, de un exitoso lanzamiento publicitario… Pero, no, porque sus inventores están, de palabra, completamente en contra de estos conceptos.
Y ofrece a la vez, ese tufillo épico que adquirió la primavera desde aquella famosa Primavera de Praga, esa épica que recoge la revolución justa, la lucha del pueblo por su libertad, el mítico David contra Goliat, el enfrentamiento contra el poderoso opresor. Y se apoya en la exitosa Primavera árabe, que partiendo de Túnez –con la dramática quema a lo bonzo de Mohamed Bouazizi, icono revolucionario- se extiende a Egipto y tantos otros países de mayoría mulsulmana.
La elección de un buen nombre de marca es crucial para el éxito de una campaña. Una marca induce a las personas a ver de un modo concreto todo lo que encierra, a tomar partido inconsciente por ella, a provocar la respuesta deseada; evita las explicaciones, muchas veces engorrosas, las discusiones incómodas o la reflexión sobre el asunto, al menos, en un porcentaje que la hace suficientemente valiosa y útil.
Aunque no responda para nada a la verdad, aunque nada tenga que ver con la realidad, la elección de un buen nombre de marca es siempre allanar el camino estratégicamente. Por cierto, que la primavera valenciana se produce en invierno.Arga-ko urretxindorra
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