miércoles, 14 de marzo de 2012

Violencia en la próxima huelga general


Auguro una jornada de huelga general calentita. Y me temo que voy a acertar.
1.       España es uno de los países europeos con más grupos de izquierda ultra-radical, dedicados, fundamentalmente, a la desestabilización sistemática.
2.       Las secciones de juventudes de muchos partidos democráticos de izquierda y nacionalistas, son profundamente radicales; se relacionan habitualmente con los grupos ultra-izquierdistas del bloque anterior.
3.       Las bases de la mayoría de los sindicatos en España son radicales y de carácter agitador, no reivindicativo. Asimismo, están bien relacionados con los grupos anteriormente descritos. En sus últimas movilizaciones y reivindicaciones, no han tenido ningún reparo en reventar actos, acosar a personas concretas e, incluso, llegar a la agresión física y verbal.
4.       En los últimos meses, pocas son las manifestaciones que no terminan en desórdenes e incidentes públicos de mayor o menor gravedad. Se achacan a grupos violentos: naturalmente, son violentos y no son ni reprimidos por los propios organizadores ni denunciados por los mismos. Forman parte de la organización.
5.       El movimiento 15M, en toda su amplitud, ha creado un modus operandi en el terreno de la toma de la calle y del enfrentamiento con la policía. Tal modo de hacer se ha extendido a cualquier tipo de movilización, con amplia participación de jóvenes, como ha podido verse durante los últimos incidentes de Valencia. Muy rápidamente se pasa a la acción y al enfrentamiento con una llamativa falta de respeto a la policía y falta de temor a los medios que estos puedan utilizar.
6.       Hay una enorme rabia mal contenida entre todos estos grupos. La causa fundamental es el éxito del Partido Popular en las últimas elecciones municipales, autonómicas y generales. En los últimos 30 años, ningún partido político había recogido tanto poder democrático de las urnas. Y eso es algo que calienta enormemente los ánimos radicales: lo que no se consigue en las urnas se lucha en las calles. Es un proceder histórico: la revolución, cuando las reglas democráticas no les son propicias.
7.       Los propios sindicatos ven peligrar su status quo, tan arraigado hasta ahora. De una parte, se está poniendo en tela de juicio, por una buena parte de la ciudadanía, su papel, el que han jugado en los últimos años de gobierno socialista, y el que han empezado a jugar en los primeros del PP. De otra, ven peligrar una buena parte de sus ingresos, y con ello su viabilidad económica, con la futura ley de presupuestos. Por último, también temen una pérdida de su fuerza sindical con la nueva reforma laboral, que permite el descuelgue de las empresas de los convenios colectivos, herramienta esta que otorga un poder omnímodo a los grandes sindicatos a costa de la libertad de los trabajadores. De manera que tienen que demostrar a todos su capacidad de convocatoria, su poder aglutinante y, a modo de chantaje, la necesidad de seguir contando con ellos para todo. Y eso no se consigue con manifestaciones pacíficas o dejando libertad a los ciudadanos para secundar la huelga o no hacerlo. Veremos las actuaciones de los famosos piquetes informativos.
Arga-ko urretxindorra

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