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Cualquier contenido de cualquier entrada puede ser utilizado por cualquiera
como guste. Ni "copirrais" ni chorradas de esas.Estatus irónico: NADA - UN POCO - BASTANTE - MOGOLLÓN
Recuerdo desde niño la figura arquetípica del loco como la
de alguien que se sentía Napoleón. Era un figura simpática que, luego aprendí,
no era la habitual de los chalados. Pero se correspondía con loco inofensivo,
que, en sus desvaríos, se sentía Napoleón y trataba de actuar como Napoleón,
hasta el punto de creer ser Napoleón. “Locos
egregios”, como los calificaría el doctor Vallejo-Nájera en su libro con
este título.
La pérdida de la percepción de la realidad construye otra
realidad personal, falsa, irreal, pero “su” realidad a fin de cuentas. De sentirse Napoleón a ser Napoleón en su
realidad y, por tanto, a tratar de vivir como tal solo hay un paso muy corto.
A simple vista, el sentirse algo provoca creer ser algo que no se es y, por
extensión, no creer ser lo que realmente se es. Esto es un galimatías pero, ni más
ni menos, de lo que les ocurre a muchos españoles hoy en día. Naturalmente,
cómo no, me voy a referir a los catalanes que se sienten catalanes y por tanto,
según elucubran ellos, no se sienten, no son, españoles.
No es mi intención tachar de locos, y menos de egregios, a
los catalanes que sufren este desvarío de sus mentes. Al parecer, según dicen
cada vez más, están en su derecho. Me temo que llevamos mucho tiempo
confundiendo lo que uno puede –es capaz o tiene la posibilidad de- hacer con tener derecho a. Y esto es peligroso
para todos; desde luego, para cualquier sociedad normal, es decir, sana. No es,
por otra parte, nada democrático, pese a que se vista precisamente la cosa como
lo democrático.
Pero aunque no sea mi intención, tengo que admitir que la
ciencia psicopatológica y la ciencia sociopatológica me llevan a definir a
quienes así se manifiestan y viven como chalados, y al montaje que en su
chaladura han montado, como una loca barbaridad.
La locura es definible como una mentira interiorizada e,
incluso, como un fanatismo emocional y del sentimiento. Sentirse y ser no es lo
mismo. Cuando estas tipologías independentistas dicen sentirse catalanes… hasta
ahí todo bien, aunque todo tiene un límite de racionalidad; y cuando el
sentimiento va más allá, se convierte en mero fanatismo. No hay que irse solo a ejemplos de fanáticos por su
sentimiento religioso; también hay fanáticos por su sentimiento político
(terroristas de toda índole); y hay fanáticos por el sentimiento que les
provoca su equipo de fútbol. Hay mucho fanático suelto que surge, básicamente,
del sentimiento irracional y sobreabundante.
El otro día se emitió un programa en el que algunos niños
catalanes, monísimos por lo demás, manifestaban sus sentimientos catalanistas
y, como es natural aunque desgraciadamente, su sentimiento contra España.
Siento tener que decir que reconocí a unos cuantos fanáticos entre ellos y
también reconocí a muchos futuros fanáticos a no mucho tardar. Todo ello
producto del sentimiento exacerbado y violento que se les ha inculcado
metódicamente desde sus más tiernas edades, en casa, en la escuela, en la
calle, en sus programas de televisión, en sus diversiones, etc.
Lo más grave es que un fanático es, por mor del sentimiento,
una persona irracional. El fanático es lo más próximo a una persona cuyas
funciones cerebrales e intelectivas han sido secuestradas. De ahí que cualquier
posibilidad de razonar sobre el objeto de su fanatismo es imposible.
De otra parte, la mentira conceptual está incrustada en su
ser fanático, en su ser enfermo, en su ser loco. Hasta el punto de que la
instrumentación de la mentira es lo más normal. Las mentiras concretas y la
mentira estructural pasan a formar parte del ser del fanático, es decir, se
convierten en sus verdades y en el
motor de sus decisiones, acciones, actitudes y comportamientos.
Tantos años de bombardeo propagandístico inmisericorde, de
inmersión hasta el ahogamiento, de tantas generaciones de niños, han producido
adultos fanáticos e irracionales en la sociedad de Cataluña; y en gran número. Fanáticos que
creen que no son lo que verdaderamente son y que, como fanáticos, nunca sabes
hasta dónde son capaces de llegar. Un grupo mucho más reducido de fanáticos, no
hace tantos años, crearon Terra Lliure –o
ETA, o el MPAIAC canario, o El Exercito
do Pobo Galego, que vuelve a las andadas en el área de Vigo una vez
refundados-. Todos ellos son fanáticos stricto
sensu. Insisto, uno nunca sabe hasta dónde puede llegar un fanático.
¿Mi parecer? Que a lo hecho, pecho. La cosa está como está.
En otras ocasiones he escrito que en estas situaciones, no perder la calma es lo
primordial, aunque los sentimientos, precisamente, nos quieran jugar malas
pasadas. Calma y sosiego. Y actuar con contundencia extrema en el momento
preciso.
Ahora, el tiempo empieza a no jugar a favor de los
fanáticos: ellos son los urgidos, a los que les ha entrado la prisa, los que se
marcan fechas, los que están cada vez más ansiosos. El tiempo ahora juega a
nuestro favor, al de los cuerdos que, además, tienen toda la razón: la razón de
la verdad, la razón histórica, la razón jurídica, la razón internacional y
hasta la razón económica.
Hay muchos a quienes les gustaría que el Gobierno fuese
mucho más explícito, mucho más duro, mucho más expeditivo. Hay otros muchos que
no saben a qué carta quedarse ahora porque han jugado en los dos bandos
continuamente –verbi gratia, muchos
socialistas y la mayor parte de los comunistas y sus derivados- y presionan más
y más al Gobierno –nunca al de la Generalidad catalana- para que cambie la
Constitución a favor de estos últimos, pero sin atreverse a decirlo así de
claro: es el caso del invento del estado
federal, que aún recuerdo cómo el curso pasado eran completamente incapaces
de definir, algo en lo que no han avanzado mucho porque es difícil dar
contenido a la nada.
Mi actitud es otra, bastante coincidente con lo que conozco
de la del Gobierno, a excepción de algunos rebuznos de algunos miembros y miembras: una tranquila espera activa.
Como decía, el mal ya está hecho. Así que con estos bueyes que nos quedan
tenemos que arar.
De esta brutal presión a la que nos tienen sometidos los
políticos catalanes, parte notable de la sociedad catalana y otros sectores de
la sociedad española bien caracterizados, se desprende uno con inteligencia,
con calma, trabajando constantemente por lo visible y por lo invisible, por lo
legal, por lo particular, por lo personal, por lo general… Hay tantas cosas que se
pueden ir llevando a cabo sin estridencias, sin alharacas, sin que se oiga, sin
que se note, sin que se sepa cuando uno espera activamente… La presión se
vuelve siempre, siempre, contra el que la puso en marcha.
Mirando fríamente el panorama, ha pasado un año desde la
última celebración festivo-reivindicativa de la macromanifestación de “santa diada” 2012 y los logros reales
de los fanáticos, ¿cuáles han sido? ¿Unas elecciones autonómicas? Y ¿qué tal le
fue al artífice? ¿A cuántos compañeros de partido mandó al paro –es un decir-?
¿Manda Arturo en Cataluña más? ¿O menos? ¿Él está más presionado o menos
presionado que hace un año? Ya saben que en este tiempo siempre le acompaña un
cuervo de ERC posado en su hombro izquierdo, como un “beefeater” cualquiera, que le come el oído constantemente. ¿Está
una Cataluña independiente más cerca de la Unión Europea, o menos que hace un
año? ¿Son más ricos los catalanes que hace un año, o menos? Con la mayoría
absoluta del PP, ¿están más cerca de un cambio constitucional que hace un año?
Para qué seguir. ¡Qué logros en un año!
Es verdad: se han empeñado en hacer un referéndum… que no
pueden hacer. Y si lo hacen, pues a darles con la ley en chola. Que no consiste en otra
cosa que en encausar a todos los responsables, juzgarlos, sentenciarlos y
hacerles cumplir lo que les corresponda. Aquí ya estamos acostumbrados a los
macro-juicios. Tenemos tres o cuatro cada año y los jueces, con esto de la
corrupción, están muy entrenados. En ese momento me gustará ver los rebuznos de
tanto tibio como anda suelto: que sería una locura, que no hay derecho, que los
vamos a convertir en mártires, que no se puede ir contra todo un pueblo y no sé
cuántas memeces más. Pues, en ese momento, volverá a tocar callar y retomar la espera activa hasta el próximo momento
adecuado. Porque, recuerden: los sentimientos proceden de las emociones y dan
lugar a fanáticos exaltados con los que la reflexión y el diálogo son
imposibles. Por eso, la respuesta epistolar de Mariano Rajoy a Arturo Mas me
gusta: algo así como “ni de coña Arturito,
pero hablamos cuando y cuanto quieras, como llevamos haciéndolo más de un año a
escondidas”.
Beramendi, eres un crack!
ResponderEliminarÁnimo y a seguir dándoles. No les va gustar a los que usan poco la cabeza. ..