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como guste. Ni "copirrais" ni chorradas de esas.Estatus irónico: NADA - UN POCO - BASTANTE - MOGOLLÓN
El Ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo, no es un
hueso fácil de roer. Y a los “british”
se les atraganta. El señor William Hague, el jefazo del Foreing Office, las pasa canutas cada vez que se ve con García-Margallo.
Le tiene comida la moral. No hay más que recordar el afectuoso saludo que le
dio el español al inglés, pocos días después de haber sido nombrado ministro
por Rajoy, que terminó con un jocoso “Gibraltar,
español” de García Margallo que dejó helada la sonrisa de Mr Hague, y a él
mismo en su silla giratoria.
Con el nuevo repunte de lo de Gibraltar, Mr Hague es un mar
de dudas. Y Mr Cameron, su jefe, más, si cabe. Porque este tiene que lidiar con
Mariano Rajoy, y el gallego, en estos asuntos de los acuerdos es un genio.
Maneja los tiempos como nadie, hasta el punto de sacar de las casillas al más
templado. Dice siempre menos de lo que se espera que diga. Siempre da la
sensación de guardarse un as en la manga, lo tenga o no. Utiliza los silencios,
largos y tediosos, como nadie. Tiene la paciencia de un franciscano y se rodea
de gente capaz de hacer, mientras tanto, los trabajos sucios. Que se lo
pregunten al padre de Artur Mas o al propio Artur Mas; o a la familia Pujol-Ferrusola.
Volviendo al ministro, a José Manuel, este se las trae.
Socarrón como él solo, se lo pasa bien casi siempre. Se maneja entre la alta
diplomacia como pez en el agua. En Europa le temen y le admiran, al propio
tiempo. Dicen que es de esos que más vale tener por amigo que por enemigo.
Porque mientras se está echando la gran carcajada nunca sabes qué está
sucediendo por detrás.
Nada que ver, absolutamente nada en ningún aspecto, con el
pobre Moratinos. Básicamente, si conocen a este conocen también a García-Margallo.
Solo tienen que ver en él su negativo fotográfico. Una de las muchas y grandes
barbaridades del bueno de Moratinos, histórica podríamos decir ya que nunca antes
se había producido, fue la de constituir una conferencia ¡permanente! en la que
Gibraltar estaba sentada en igualdad de condiciones que España y Gran Bretaña. Más
torpe; mejor: más idiota, no se puede ser. Lo que no habían conseguido en 300
años se lo pone en bandeja el penco de Moratinos. Ahora, vete tú a deshacer el
entuerto.
Pero en esas está José Manuel García-Margallo. Y ya digo que
no es hueso fácil de roer, el tipo. Su agudeza es proverbial en Europa. Y su
mala leche, tras una socarrona sonrisa de dientes profidén, también.
Tiene algo de histórico la acción que está llevando
a cabo contra Gibraltar ahora. En el sentido de que este enfoque indirecto y
como de quien no quiere la cosa, jamás se había planteado por la ¿diplomacia? Española
hasta ahora. En mi opinión –es un suponer- le está pegando una pedazo de patada a Gran Bretaña en el culo de Picardo.
No se ha oído una sola palabra oficial sobre soberanía; ni
sobre aguas territoriales; ni sobre el ya largo programa de descolonización,
bajo los auspicios inúles -como todo- de la ONU. La cuestión es mucho más agresiva y difícil de
defender para Mr Hague, Mr Cameron y Mr Picardo. Porque ni se lo esperaban en
este momento ni, mucho menos, en estos términos.
El señor García-Margallo, que de tonto no tiene nada, les ha
pillado con los pantalones a la altura de los tobillos. Agosto, un mes
interesantísimo para provocar desaguisados. Como ahora todos somos muy verdes y
ecologistas, la historia se presenta como una terrible afrenta al ecosistema
marítimo. En consecuencia, se toman medidas para proteger lo que Mr Picardo ha
destrozado con sus bloques. Los españoles, en el papel de cruzados de la
ecología marina.
Al propio tiempo, estacazo en toda la cerviz a esos listos
españoles de los alrededores del Pedusco, a los que les importa un bledo todo con tal de
forrarse amistosamente con Gibraltar. Consite en que no entran camiones con áridos ni con
arena ni con pedruscos. Y punto. Y ahora, esos “espabilaos” que vayan a
llorarle a la alcaldesa socialista de La Línea, que para lo que les va a
servir, caterva de sinvergüenzas.
Las buenas gentes de la Guardia Civil y de la Policía
Nacional, a cumplir con la normativa europea. Porque como resulta que los
listos de los británicos, que en esto siempre han sido unos linces egoístas que
van a lo suyo, sacaron del Espacio
Schengen al territorio y a los habitantes de Gibraltar. Intereses para ello
tienen de sobra, claro. Pero García-Margallo puede ser descrito, en relación
con los ingleses –o con quien se le ponga por delante-, con un dicho de mi
tierra muy bruto y muy elocuente: “Entre
puta y puta, taconazo”.
Ahora resulta
que no estamos reclamando ni soberanías, ni aguas territoriales ni título X del
Tratado de Utrecht. Simplemente estamos controlando el movimiento de la
frontera de la Unión Europea con un territorio que no pertenece a la misma. Los
ingleses, que jamás dan puntada sin hilo y son los reyes de la excepción (ni
siquiera están en la unión monetaria,
pero siguen perteneciendo a la Unión Europea), se han encontrado, sin
enterarse, (les ha fallado el Secret
Intelligence Service, más conocido por MI6, y lo estoy diciendo seriamente)
con una táctica diferente, novedosa, del Ministerio de Asuntos Exteriores y del
Ministerio del Interior españoles: otro dicho de mi tierra, “Tal tú, tal yo”.
No busquen donde no hay. No se trata de la clásica, aburrida
e ineficaz rabieta carpetovetónica del “Gibraltar,
español”. No se equivoquen. Cuando García-Margallo se despide entre risas
el Mr Hague con esta expresión, lo que tiene pensado es otra cosa. Básicamente,
un os vais a enterar.
Fundamentalmente un Gibraltar, my dear
colleague, os va a resultar un china en el zapato a partir de ahora. Cuando
no aguantéis la molestia, vamos hablando. Sin Mr Picardo ni sus secuaces, por
supuesto. Porque, salvo la cuestión geo-estratégica militar del Pedrusco, no
hay mucho más que les interese a los british,
y mucho menos les interesan los llanitos.
Al propio tiempo, el Ministro del Interior, don Jorge
Fernández Díaz, de armas tomar, porque sin ser militar, Millán-Astray se le
queda a la altura de la rodilla izquierda, está perfectamente implicado en el
plan.
Ténganlo en cuenta: el contencioso gibraltareño actual tiene
más que ver con tocar los maizagarris a los british,
para que metan en cintura al chalado de Picardo y le paren los pies, que con
cualquier otro fin más elevado. Pero verán cómo sí funciona. Tiempo al tiempo.
Mr Cameron y Mr Hague tienen problemas mucho más serios a los que dedicarse.
Que el Pedrusco les quite tiempo y les cree preocupaciones es lo que menos les
interesa. Y como Mr Picardo no puede defenderse de ninguna manera del incómodo
asedio al que le ha sometido el Gobierno español, tiene que acudir al ejecutivo
británico en busca de árnica. Y, conociendo a mis amigos british, eso les toca las narices. El canallita de Mr Picardo ha
pasado de ser el reyezuelo de taifas que se creía, a ser el primo enclenque
acudiendo al primo de Zumosol.
Y, como hay tanta porquería en el Pedrusco, en cualquier
término que puedan imaginarse, la campaña de verano-otoño que ha montado el
pérfido García-Margallo es, insisto, histórica. Y, que quede claro, a un buen
montón de aprobetxateris de La Línea
y de Algeciras, que viven, y muy bien, por cierto, de la porquería gibraltareña, les van a sudar los sobacos. Y bien que les está viniendo.
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