domingo, 30 de noviembre de 2014

Pablo Iglesias y su enemigo: Podemos.

Estimado Pablo Iglesias: bienvenido a la casta. En realidad, no tan bienvenido; ya ves, no es fácil el ingreso y te van a escrutar hasta en lo más recóndito de tu historia, en tu presente y en tu futuro. Te van a sacudir el trasero y, cuando no sea el tuyo, será en el de los tuyos. No tardará mucho el momento en el que veamos la otra cara de Podemos y la tuya, la cara oculta de la luna, la oscura. Y te veremos perder los papeles porque todo tiene un límite. Sobre todo, cuídate de los tuyos, que por ahí te llegarán los problemas serios que no vas a poder gestionar. Porque, Pablito, ya has dejado cadáveres en la cuneta y tu pequeña memoria histórica te va a pasar factura.

El buen coletudo va dando pasos, rápidos y seguros, hacia ese sueño que todo visionario que se precie tiene en la vida. El del profesor no es el de llegar a Presidente del Gobierno de España, no; eso solo es un paso más. Su verdadero sueño consiste en convertirse en una nueva y rojísima trinidad. Busca con denuedo ser tres personas distintas: Lenin, Fidel y Chávez, y un solo dios verdadero: Pablo.

Lo lleva en los genes. A ritmo de desfile legionario, va recorriendo las etapas de su personal camino de santiago que ha diseñado con sus camaradas de confianza hasta llegar a su particular Monte del Gozo. Pablo Iglesias viene para salvarnos. Su misión no es cualquier cosa con la que la mediocre casta se conformaría. No. De hecho, él los desprecia. La suya es una misión muy superior. Y él es el elegido. En la historia de la humanidad, según entiende él, hubo personajes, pocos, llamados a esa hercúlea tarea y a los que la naturaleza les dotó de capacidades sobrehumanas. Y ahora es su tiempo, porque nunca coinciden dos de estos superhombres en la faz de la tierra.

Con Vladimir y Hugo criando malvas, solo queda, momificado, el gran Fidel. Y el buen pastor que es Pablo, joven, fuerte, seguro de sí mismo y conocedor de los arcanos más ocultos, reconoce cuándo debe tomar el cayado de la mano, huesuda y sin fuerzas, de su admirado antecesor. Este es el momento, cuando el decrépito zar de todas las cubas aún vive.

Estoy convencido de que Pablo Iglesias se ve a sí mismo de esta manera. Su pensamiento estratégico es comparable al de Maquiavelo y no da un paso si no está completamente convencido. Pero la vida no tiene magias. Hasta los superhombres necesitan de otros hombres para lograr sus triunfos. Esta debilidad es un peligro potencial. El colaborador se puede convertir en el traidor de mañana o, habitualmente, en el que ya no sirve. La historia está llena de superhombres que han tenido que hacer limpieza entre los suyos, especialmente los superhombres comunistas. Las purgas se han llevado por delante la vida de miles de los otrora colaboradores.

No es fácil, no obstante, que Pablo Iglesias llegue a estos extremos. Pero no debe caber duda a nadie de que purgas y limpiezas políticas las habrá; de hecho ya han empezado con los que no estaban en su círculo de confianza. El mayor problema de Pablo Iglesias está dentro de Podemos, como lo estaba entre los camaradas del Politburó de Stalin o entre los más cercanos de Mao Tse Tung o de Fidel Castro. Él lo sabe perfectamente y pone cuidado extremo en elegir a los suyos y, en general, a cualquiera que pudiera tener cargo de responsabilidad en el partido. Incluso lo ha dicho así. Esta es, fundamentalmente, la razón que le lleva a Podemos a no presentarse a las elecciones municipales. No se atreven a concurrir porque tendrían que abrir la espita de los candidatos dada la cercanía de los comicios, sin tener tiempo de escudriñar a fondo a cada uno de ellos. Esta prevención les honra como estrategas: van muy en serio.

La organización de Podemos no es compleja. Ya ha existido antes. La fórmula de los círculos es la forma de las asambleas paralelas, especie de células autónomas y, aparentemente, sin relación vinculante entre sí. En realidad, la vinculación es vertical. Siempre hay un responsable oficioso que rinde cuentas hacia arriba, en este caso, a los dos órganos de gobierno que se han dado a sí mismos: el Consejo Ciudadano y la Comisión de Garantías. Como es de suponer, en este caso vía elección directa, ambos están ya bajo el poder de Pablo Iglesias y su círculo de colaboradores. Como se puede ver, la casta hace desaparecer a la casta para convertirse ellos en la casta. Nada diferente de lo que ha sucedido siempre en las organizaciones comunistas más conspicuas.

Sé que a veces no es sencillo llegar a un razonamiento que, por otra parte, es bastante simple. El discurso antisistema de Pablo Iglesias y, en general, de Podemos, no supone, en absoluto, que sus acciones y sus políticas sean antisistema. Todo lo contrario. Internamente, ha triunfado el sistema, hasta en las denominaciones de los cargos (Secretario General, por ejemplo). Cabe suponer con bastante fundamento que, externamente, sucederá lo mismo. Atacar al sistema para hacerse con él es algo tan viejo como la propia humanidad.

Si a día de hoy no hubiésemos asistido al nacimiento y desarrollo de Podemos, y nos lo presentasen todo en un documento para su lectura, seríamos conscientes de que todo ello no es más que otra repetición de lo sucedido en el siglo XX con tantos partidos comunistas en Europa, Asia, África y Sudamérica. Pero, insisto, el mayor peligro para Pablo Iglesias y, por ende, para el partido está dentro de ellos mismos. Y no tanto por los probables casos de pequeñas corrupciones de algunos de sus miembros, que las habrá, sino por la feroz lucha que con el tiempo se irá agrandando. Históricamente ha sido siempre así y, particularmente en España, un país de izquierdas, se hace más evidente: solo hay que contar por encima el número de partidos de todo pelo que hay en el ámbito de la izquierda, incluído UPyD y Ciudadanos, y los que hay en la derecha. Esa especie de maldición bíblica que impide la unidad de la izquierda porque la unidad es fruto de algo en lo que no creen: la libertad personal y la humildad. Al tiempo.

Argako urretxindorra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario