martes, 4 de noviembre de 2014

Corrupción: oiga, que en todos los sitios cuecen habas

Un par o tres de cosillas:

1. Entiendo que la corrupción de los políticos causa y cause indignación, hartazgo, cabreo y mil cosas más entre la gente. Normal. Pero creo que es sumamente importante distinguir entre la corrupción y la inundación de detenciones, instrucciones de sumarios y sentencias sobre la corrupción. Y es importante porque son cosas opuestas.

Es cierto que nos enteramos de la corrupción cuando la Guardia Civil se lía a detener sospechosos y los jueces se ponen manos a la obra. Antes de eso, también lo sabemos; pero no somos capaces de dar nombre y rostro a la corrupción.

En la situación actual, es fácil caer en las tentaciones: la de generalizar; la del arrebato de rabia; o la de creer y manifestar que el sistema no funciona. Pero esto último no es cierto. La prueba de que el sistema sí funciona no es, obviamente, la corrupción sino la respuesta, dura, contundente e igualitaria que el sistema devuelve. La corrupción es la fotografía antigua de nuestro país; las detenciones y los sumarios son la fotografía actual. Los granados, puyoles, fernández, urdangarines y pantojos enriqueciéndose a costa de los demás son lo pasado; los granados, puyoles, fernández, urdangarines y pantojos entrando en la cárcel, o siendo detenidos o investigados son el presente. Evidentemente, hoy sigue habiendo tiparracos haciendo de las suyas a los que todavía no se les ha aliviado; por supuesto. Pero seguro que menos que hace un par de años. Porque, ya se sabe: el miedo guarda la viña.

Dejarnos llevar exclusivamente por la legítima rabia no debe llegar al punto de no permitirnos ver la realidad tal cual es. El sistema ha permitido la existencia del sinvergüenza pero también se ha remangado y se ha puesto a limpiar estiércol sin pausa y sin distinciones. Razón clara para no amargarse del todo.

2. En coyunturas de este tipo siempre me acuerdo del pasaje evangélico; y es que no puedo evitar el pensar en pajas, vigas y ojos. En España, el pillo, el lazarillo de Tormes o de Matalascañas, no nos engañemos, nunca ha estado mal visto. La vista gorda la hemos hecho con facilidad y, en algunos casos, hemos elevado a categoría de pseudohéroes a cantantes listillos, a actores aprovechados, a bandoleros ecijanos, a políticos asaltasupermercados, a sindicalistas carboneros, a periodistas mundanos, a futbolistas del hemisferio sur, etc., etc. Semos asín.

En España hemos tenido sindicalistas liberados que no debían serlo hasta multiplicarse por cinco. Miembros y miembras del mundo de la cultura que se montaban sus empresas y tributaban a través de ellas cuando debían hacerlo por IRPF. Profesionales liberales que cobraban en negro cien veces más que en blanco y que ni siquiera pagaban IVA. Oenegés que no eran tales y se llevaban subvenciones a manos llenas. Gente que trabajaba las peonadas justas para llevarse el PER y no trabajaban, en blanco, ni un minuto más. Y eso es dominio público y obra pública. Además de que los españoles somos dados a medir con varias varas distintas, según nuestros intereses y nuestras simpatías. La hipocresía en general parece estar incrustada en alguno de nuestros genes y lo transmitimos a nuestros vástagos, aunque casi ya no tengamos, con verdadero ahínco. Volviendo al Evangelio, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Y es que, pese a quien pese, el problema no es de sistema sino de personas, de personas con muy poquita moral. La verdadera regeneración no vendrá por leyes y amenazas, parches necesarios ahora; sino por la regeneración moral y ética de todos, asunto mucho más costoso y del que estamos muy necesitados y alejados.

3. A río revuelto, ganancia de pescadores. Solo hay que echar la caña o las redes y los peces entran solos. Ahora, el único pescador que está en la orilla con redes inmensas se llama Pablo Iglesias y Podemos. Si no hizo nada y consiguió más de un millón de votos en las europeas, además de colocarse como seguro secretario general de su formación, ahora, sin hacer mucho, que los demás partidos ya se encargan en su lugar, la cosecha puede ser de escándalo. Y es normal. La indudable habilidad de los chicos de Podemos para decir y no decir y decir lo contrario sigue siendo una herramienta muy útil en estos momentos. Básicamente se trata, para ellos, de esperar sin hacer tonterías a que las manzanas maduras (con perdón) caigan del arbolillo. Y todos nos conocemos bien en este patio de vecinas en el que convertimos nuestro país cada dos por tres: más de una prefiere quedarse ciega con tal que la del bajo entresuelo se quede tuerta.

Argako urretxindorra

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