Y escribe el muy guasón: “Propongo
poner en observación al perro y sacrificar a la ministra. No hay color”…
¡Qué ocurrente! Qué gracioso… de no creerme que, viniendo de quien viene, lo
dice en serio.
No sé si puso también un emoticono cachondo para aclaración
del personal en este punto, pero imagino que no, dada la adustez del sujeto.
Aun le recuerdo en sus tiempos mozos reporteriles, su
espigada figura, su gafas de pasta, contándonos las hazañas bélicas de aquellos
países que tan lejos nos parecían entonces. ¡Quién lo iba a decir! Aquel chico
no tenía pinta de escritor exitoso ni de sesudo académico de la R. A. E. Y
mucho menos de tipo amargado… La vida (¿los hombres, tal vez?) no deja de
sorprenderte.
Pero todo aquello se hizo realidad un tiempo después. Y
aquel chico de voz atípica, flaco y alto, que usaba gafas de pasta y se la
jugaba en los campos de batalla cambió. Cambió las gafas por lentillas, los
reportajes por libros, el polvo de Gaza por el sillón del palacete de Miguel
Aguado de la Sierra y el coraje por la amargura.
Argako urretxindorra
No hay comentarios:
Publicar un comentario